Comenzaremos nuestra entrada de hoy con una pequeña reseña sobre Juan de Yepes Álvarez, que nació en Fontiveros (Ávila), en 1542. En 1564 comenzó sus estudios en la Universidad de Salamanca, donde conoció a Teresa de Jesús (1567). Entre ellos surgirá una amistad espiritual fundamentales en la vida y obra de ambos. En 1577 prosperaron las intrigas de los carmelitas calzados en su contra y fue encarcelado en un convento de Toledo, donde escribió las primeras 31 estrofas de los “Cánticos”. Tras fugarse, buscó refugio en Almodóvar. Pasó el resto de su vida en Andalucía, donde llegó a ser vicario provincial. En 1591 volvió a caer en desgracia y fue depuesto de todos sus cargos religiosos.
San Juan llegó a Segovia acompañado de Santa Teresa de Jesús en 1574. Juntos fundaron el convento de Carmelitas Descalzas de San José. San Juan ofició la misa fundacional de este convento. Más tarde, en 1580, San Juan de la Cruz vuelve a Segovia para fundar un Convento de Carmelitas Descalzos en esta ciudad. Al ocupar San Juan en aquel momento el cargo de primer Definidor, tuvo que fijar aquí su residencia y gobernar el convento, que había ayudado a construir con sus propias manos.
San Juan residió en este centro durante tres años, en los que redactó la mayor parte de sus cartas — unas doce, del conjunto total , treinta y tres — que se han conservado hasta hoy. Se trata de epístolas generalmente breves de contenido variable: unas de carácter oficial; otras acerca de dirección espiritual, y otras más personales donde prima un tono afectuoso y cordial. Sus actividades espirituales y poéticas no le impiden ejercer como prior. Durante sus años en el cargo trabaja en las huertas, talla y esboza caminos en la ladera para facilitar la subida a su capilla. El poeta se siente a gusto en la ciudad. Y durante su estancia, surge un gran respeto por su persona y también por su obra.
Fue canonizado en 1726 y proclamado Doctor de la Iglesia en 1926. Murió en Úbeda (Jaén), en 1591. Es, además, como no podía ser de otra forma, PATRON DE LOS POETAS.
San Juan de la Cruz comienza tarde a escribir, termina pronto y lo hace en ratos perdidos, está claro que para él escribir era una labor secundaria y marginal, que toma por un intento burdo, tosco e inútil de describir el encuentro místico con el Amado. Dos de sus obras principales: Noche Oscura y Subida del Monte Carmelo están sin terminar: Los comentarios en prosa que tratan de explicar el inexplicable relato poético del encuentro amoroso, acaban bruscamente como invitándonos a que el silencio y la oración nos lo terminen de aclarar. Tienen también gran importancia sus obras Llama de amor Viva y cómo no, Cántico Espiritual.
En una de las capillas que encontramos a la derecha, podemos admira el magnífico sepulcro en el que fue depositado el cuerpo del santo; Se trata de un espectacular conjunto realizado en mármol y bronce por Félix Granada en 1927, en homenaje a los doscientos años de su canonización. El sepulcro está rodeado por 6 santos, entre ellos Santa Teresa de Jesús, Santa Magdalena y San Elías, todos ellos situados en unas pequeñas urnas de cerámica. No obstante el primer lugar en el que reposó el cuerpo de san Juan de la Cruz se halla en esa capilla, pero en un pequeño nicho cubierto por un cristal en un discreto rincón.
Este lugar fue visitado en 1.982 por Su Santidad Juan Pablo II y con ese motivo el carmelita
mexicano Gerardo López Bonilla decoró el moderno retablo del altar mayor; se trata de una composición de nueve pinturas, basadas en la obra literaria del santo; la parte alta representa la Subida al monte Carmelo; a la derecha en tonos anaranjados y amarillos, la Llama del Amor Viva; a la izquierda, en tonos grisáceos y brillantes un homenaje a la Noche Oscura del Alma; y en la parte central bajo la imagen de la virgen del Carmen una representación de la Fuente, en tonos azules.
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